Podría pensarse que como el mundo atraviesa la pandemia más brutal del último siglo, algunas prácticas relacionadas con el daño ambiental, podrían estar al menos, en proceso de pausa. Lamentablemente, voces de alerta han demostrado lo contrario.
Fuente: Fundación Plantae
En agosto de 2018, una noticia dio esperanzas a ciudadanos y ONG´s dedicados a la protección de los humedales: El Presidente Sebastián Piñera y la Ministra de Medio Ambiente Carolina Schmidt, lanzaron en Valdivia un plan de protección de estos ecosistemas, con el fin de detener su deterioro y proteger su biodiversidad y servicios ecosistémicos. A nivel nacional se seleccionaron 40 humedales a los que se les dio el carácter de prioritarios. Según el plan, estos territorios serán reconocidos como áreas protegidas. La mayoría de ellos aspira a transformarse en Santuario de la Naturaleza, otros pasarán a ser Parque Nacional o bien, Monumento Natural.
En la Región de Los Ríos, los humedales Angachilla y Llancahue entraron en esta lista, lo que generó a la comunidad un sentimiento de alegría, pero también de escepticismo, ya que ven con ojo crítico e impotencia como diversas prácticas amenazan con destruir estos sitios de importancia para el bienestar social y ambiental.
Las cifras no mienten y respaldan esta destrucción: el Catastro de Humedales, solicitado por la Municipalidad de Valdivia, y elaborado por la Universidad Austral en 2019 indica que, los humedales urbanos han perdido un 4,1% de superficie entre los años 2000 y 2010, y entre los años 2010 a 2019 esta cifra se ha duplicado, aumentado a casi un 10%.
Especial y preocupante es lo que pasa en Angachilla, humedal que está en proceso para convertirse en Santuario de la Naturaleza. El año pasado, la Red Ciudadana por los Humedales de Valdivia, dio la alerta al solicitar al municipio una demanda por daño ambiental. ¿La razón? La intervención -por parte de privados- de la ribera oeste del humedal. La acción quedó consignada como la causa D-09-2019 del Tribunal Ambiental de Valdivia y actualmente se encuentra esperando sentencia definitiva. A esto se sumaron otras dos causas presentadas también por la municipalidad: una en el humedal Teja Sur y otra en el Santo Domingo.
Lamentablemente, a pesar de las demandas en curso, pareciera que nada detiene las intervenciones. Durante los últimos meses, fiscalizadores ciudadanos presentaron nuevos antecedentes ante el Tribunal Ambiental, indicando que ahora el humedal Angachilla, está siendo drenado y desecado en sectores cercanos a la actual área de litigio. Las profundas zanjas de secado son evidentes incluso en imágenes aéreas, fácilmente observables en Google Earth y Google Maps. Según relatos de vecinos, esto se ejecuta con maquinaria pesada.
En total, el área en actual intervención en las riberas del humedal estero Angachilla y humedal estero Miraflores, alcanzaría una superficie de a lo menos 10 hectáreas, según lo revelan imágenes satelitales. Es importante recordar que ambos humedales son reconocidos como tales, tanto por el Catastro de Humedales de la comuna de Valdivia (2019), como por el Inventario Nacional de Humedales que publica el Ministerio de Medio Ambiente (2015).
No se sabe a ciencia cierta cuál es la finalidad de las acciones en desmedro de este patrimonio natural, aunque los antecedentes y la historia confirman que, en la mayoría de los casos, actividades como esta están directamente relacionadas con la expansión urbana y su consecuente presión y mercado inmobiliario.
Hemos de esperar que el trabajo conjunto de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, más el Tribunal Ambiental, y la implementación de la Ley de Protección de Humedales Urbanos, logren detener este tipo de prácticas nocivas.
La eterna dualidad
Es difícil entender que en una “ciudad humedal” como Valdivia, no se comprenda lo necesario que resulta que estos espacios sean valorados y conservados. Por otro lado, resulta contradictorio que estas situaciones continúen ejecutándose, aún cuando desde enero de este año, entró en vigencia la Ley de Humedales Urbanos, solicitada por la ciudadanía, e impulsada por el Senador Alfonso de Urresti. «Con esta ley, entregamos herramientas concretas que permitirán proteger los humedales urbanos, ecosistemas vulnerables que han sido fuertemente intervenidos y que son clave para el bienestar sociedad y la calidad de vida de los chilenos” afirmó la Ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
Camino por recorrer
¿Qué debería pasar entonces, para que este tipo de acciones lleguen a su fin? ¿Cómo es posible proteger estos sectores, de la imparable presión económica y de los inescrupulosos? Sería de utilidad que el Estado tome medidas más directas, por ejemplo, a través desincentivos al daño ambiental con altas multas, y a través de incentivos por vía tributaria y/o económica, por ejemplo instaurándose la exención de pago de contribuciones que podría motivar a los propietarios en cuyos terrenos existan humedales, a protegerlos en vez de destruirlos, mientras esperamos de que comprendan que evitar la destrucción de humedales, no se trata de una queja antojadiza, sino de una voz ciudadana, que apunta a conservar y proteger estas importantes fuentes de beneficio comunitario y ambiental.
Finalmente, sea hace urgente dar operatividad en el corto plazo a la Ley de Protección de Humedales Urbanos (N° 21.202), publicada en enero de este año. Actualmente el Ministerio de Medio Ambiente está en proceso de redacción del reglamento de esta iniciativa, la cual propone una vía administrativa para reconocer aquellos humedales que tengan la condición de urbano, promoviendo en ellos, acciones de conservación; protección y preservación.