Pese a su importancia, no se ha librado de la asfixia de la ciudad, siendo constantemente fragmentado, desecado, contaminado y rellenado. Aún así, Rocuant-Andalién es resiliente, y existen esperanzas para recuperarlo, en especial por el compromiso de organizaciones y vecinos, así como por la entrada de iniciativas como el proyecto GEF Humedales.
Fuente: Ladera Sur
Desde tiempos remotos, ha constituido un extenso hogar para varias especies, y ha protegido a la zona de un sinnúmero de inundaciones y oleajes extremos. Con el avance de los años, comenzó a sufrir los embates de la urbanización, con todos los efectos que eso acarrea. Incluso, si has viajado por avión desde o hacia Concepción, es probable que hayas volado por encima de él. Actualmente, se encuentra asfixiado por la ciudad, sufriendo constantemente el desvío de agua, rellenos para secarlo, así como la contaminación, la presencia de perros y ganado, entre otras presiones y amenazas que han opacado la relevancia y potencial de este vapuleado sitio natural.
Así es la situación que enfrenta el humedal costero Rocuant-Andalién, ubicado entre las comunas de Penco, Talcahuano y Concepción, en la Región del Biobío. Antiguamente, representaba una gran extensión de humedales costeros, formados a partir de la confluencia de varios ríos como el Andalién, y de las aguas del Océano Pacífico. Sin embargo, desde el año 1975, cuando hay datos disponibles, la urbanización ha provocado la pérdida del 40% de este ecosistema.
Si bien continúa siendo la extensión de humedales más grande del área metropolitana de Concepción, su actual superficie de 767 hectáreas ha estado constantemente presionada por la urbe y sus más de 90 mil habitantes, así como por la infraestructura vial, portuaria, el Aeropuerto Carriel Sur, y zonas industriales que se han instalado en su interior y alrededores. De esa forma, ha sido constantemente fragmentado, desecado, contaminado y rellenado, tanto legal como ilegalmente.
La ingeniera ambiental Evelyn Soto, quien es miembro de la Red de Humedales Bío Bío y de la ONG Defensa Ambiental, cuenta que “el principal uso que se le ha dado al humedal es el desarrollo inmobiliario y de infraestructura para bodegaje. Hay fragmentación del ecosistema, es decir, lo dividen y no se mantienen las conexiones hídricas y biológicas. La fauna también se ve afectada. Está catalogado como un ‘sitio prioritario’ para la conservación, lo que significa que todo proyecto que se quiera hacer en este humedal tiene que pasar por el Sistema de Evaluación Ambiental. Ha estado súper abandonado, se sigue rellenando, desecando y botando escombros, y pasa en todos los sectores, desde Rocuant-Andalién que es el área más grande, hasta en los humedales Vasco de Gama y Paicaví que son los relictos más pequeños que quedan en la ciudad”.
Efectivamente, esta red de humedales, denominada como el Sistema Humedal Rocuant-Andalién – Vasco de Gama – Paicaví – Tucapel Bajo, fue reconocida como un Sitio Prioritario en 2019, obteniendo protección oficial para efectos del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, lo que significa que las actividades que se deseen desarrollar en ese territorio deben ser evaluadas ambientalmente. Pese a ello, las amenazas continúan y el nivel de degradación de estos parajes es considerable.
“Este es un sistema de humedales que antes debió haber sido un gran humedal que une al humedal Rocuant-Andalién con Paicaví y Vasco de Gama, pero por las viviendas e infraestructura de transporte quedaron fragmentados, por lo que están aislados. Rocuant-Andalién todavía se puede rescatar, porque aún le quedan más de 700 hectáreas, pero del humedal Paicaví ya prácticamente no queda nada, se lo construyeron casi todo”, explica Carolina Rojas, investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) y del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.
La geógrafa agrega: “Al humedal Vasco de Gama también le queda muy poquito. Hay muchos basurales, y gran parte de los propietarios quieren hacer un centro comercial, bodegas comerciales, y ellos tienen el permiso de edificación, aunque el municipio congeló esa edificación”.
Pese a ello, hay varias organizaciones y vecinos que se resisten con vehemencia a la desaparición de estos lugares. Una de ellas es Luisa Valenzuela, quien vive frente al humedal Vasco de Gama y se desempeña como encargada de Medio Ambiente de la Junta de Vecinos 59 Parque Central de Hualpén. Hace más de 12 años se convirtió en la guardiana del humedal.
Para ella, todo partió cuando presenció una triste escena.
“Creo que todo comenzó cuando vi a una pareja de patos tirándose en picada contra los camiones que estaban rellenando el humedal. Como dicen en buen chileno, me cayó la teja, estaban defendiendo su nido porque era época de reproducción. Pensé que no puedo estar de brazos cruzados, ellos eran solo dos avecitas. Yo voy a ser la voz del humedal, y de ahí no he dado la tregua, me fracturé hasta la cuarta vértebra lumbar defendiendo mi humedal”, señala Valenzuela, quien viste orgullosa su polera “Yo amo mi humedal”.
Pese a la crítica situación de estos ecosistemas, aún hay luces de esperanza, al menos, para la recuperación del humedal Rocuant-Andalién. De partida, está la reciente promulgación de la Ley de Humedales Urbanos, cuyo reglamento y criterios están siendo definidos en estos momentos.
A esto se suma el Proyecto GEF Conservación de Humedales Costeros, el cual fue lanzado a principios de este año con el fin de mejorar la condición ecológica de 5 lugares pilotos, entre ellos Rocuant-Andalién. La iniciativa, que es financiada por el Global Environment Facility (GEF), ejecutada por el Ministerio del Medio Ambiente, e implementada por ONU Medio Ambiente, busca fomentar la gestión sustentable del territorio, así como implementar buenas prácticas en los diferentes sectores productivos asociados al humedal. También pretende crear conciencia sobre las presiones ejercidas sobre él, realizando educación ambiental, restauración, programas de monitoreo, planificación territorial, entre otras acciones.
“Para todo lo anterior, se ha constituido un Comité Técnico Local (CTL), con todos los actores interesados para coordinar, entre otros aspectos, un proceso de planificación territorial que deberá comenzar en los próximos meses y que contribuirá a mediano plazo a fortalecer la gobernanza del territorio con el fin de aportar a la recuperación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos”, precisa Mario Delannays, Seremi de Medio Ambiente de la Región del Biobío.
Dicho comité está conformado por diferentes actores, tanto de organizaciones de la sociedad civil, sector público, sector privado y academia. Actualmente, se encuentran en la fase de diagnóstico para identificar las principales amenazas, oportunidades, entre otros aspectos fundamentales.
Pero ¿por qué es importante asumir este mayúsculo desafío de recuperar a este gran humedal?
Faltan dedos para enumerar las razones.
Un guardián contra los tsunamis
Rocuant-Andalién constituye un sitio importante para más de un centenar de especies de aves, tanto residentes como migratorias, lo que le ha valido el reconocimiento de la organización BirdLife International como una de las 176 Áreas de Chile Importantes para la Conservación de las Aves (IBA). Esto se debe, entre otros criterios, a la presencia regular del gaviotín elegante (Thalasseus elegans) y pelícano (Pelecanus thagus), los cuales están clasificados internacionalmente como “casi amenazados”.
Soto detalla que “el aeropuerto está sobre el humedal, es uno de los aeropuertos más peligrosos que existen porque los aviones se encuentran con las rutas migratorias de aves, que llegan en bandadas, por ejemplo, la gaviota de franklin. El 4,5% de la población mundial que existe de esa gaviota llega a nidificar y a alimentarse en el humedal, y se distribuyen también entre el humedal Rocuant-Andalién y el humedal Lenga que es otro humedal grande. Siempre hay movimiento de aves, sobre todo en la época estival desde septiembre hasta marzo”.
Por su parte, la científica de Cedeus detalla que “el humedal tenía bastante riqueza en biodiversidad, pero en los años 80, producto de las instalaciones pesqueras que hay alrededor, y también de la carga sedimentaria de las aguas lluvias y servidas, se fue sedimentando y perdiendo su biodiversidad. Empieza a transformarse en gran parte como área de pastoreo, de ganadería, y pasa a ser un sitio bastante abandonado. Como tiene aguas salinas, tiene poca diversidad de vegetación por la alta concentración de sal, pero de todas formas es el humedal más grande que tiene el área metropolitana de Concepción, y posee un enorme potencial como espacio de biodiversidad y de recreación”.
En efecto, si consideramos la flora, este humedal presenta en general un número menor de especies debido a la elevada salinidad del lugar, encontrándose bajo el dominio de plantas nativas como el espartillo (Spartina densiflora) y espárrago de mar (Sarcocornia fruticosa), aunque el impacto humano ha repercutido en la mayor llegada de vegetación exótica.
Rojas añade que “también hemos estudiado comunidades de macrolepidópteros, unas polillas que son indicadores de biodiversidad. Por ejemplo, hemos visto que en ese humedal se han visto super perjudicados por la construcción de carreteras, entonces, el humedal ha ido perdiendo también insectos por la fragmentación producida por la autopista”.
Por otro lado, como todo humedal, Rocuant-Andalién provee beneficios – o servicios ecosistémicos – esenciales para la vida, como la regulación del clima, almacenamiento de agua, entre otros, existiendo también actividades económicas asociadas a él, como la pesca artesanal, agricultura y ganadería. Cabe destacar que estos ecosistemas juegan un papel clave para la mitigación y adaptación frente a fenómenos como la crisis climática, como bien se ha demostrado a escala global.
Pero si hay algo por lo que han destacado a Rocuant-Andalién es por su rol de barrera para la amortiguación de inundaciones y desbordes marinos como marejadas y tsunamis. En efecto, protegió la zona contra los tsunamis del año 2010 y de 1835, siendo este último terremoto el mismo cuya destrucción fue narrada por Charles Darwin cuando se encontraba de paso por Chile.
Respecto al sismo del 2010, Rojas detalla que “cuando vino el terremoto y posterior tsunami, toda la zona del humedal Rocuant-Andalién se saturó de agua, mitigando el impacto. Ahí se comprobó que el humedal actuó como mitigador de las olas. Además, no lo había hecho por primera vez, sino que había actuado en los tsunamis de 1835, 1868, de los años 60, entre otros”.
De hecho, en 2010 un gran porcentaje de las áreas residenciales y militares circundantes se inundó, afectando a más de 180,000 personas, incluidas 23 víctimas, 1805 desplazamientos y 56,535 lesiones. Además, 6600 casas y 24 escuelas fueron destruidas, y sufrieron grandes pérdidas económicas y ambientales. Después del tsunami de 2010, las estrategias de mitigación se centraron en la llamada “infraestructura dura”, descuidando el papel natural de los humedales.
En el mismo sentido, Soto destaca que “los humedales son como la ‘primera línea’ ante los tsunamis e inundaciones fluviales. Almacenan agua, disminuyen la velocidad de la ola y protegen las viviendas que están en los alrededores. En el caso de que se rellene con cemento, la velocidad es mucho mayor, y se arrastra todo lo que está sobre el cemento, y eso sería mucho más destructivo”.
Inclusive, según cuenta la geógrafa de Cedeus, Rocuant-Andalién “recibió agua cuando fue el terremoto de 2011 en Japón. De hecho, la autopista interportuaria, que fragmentó el humedal, quedó completamente bajo el agua. Solamente donde están los bordes habitados y en construcción, la ola llegó de un metro o medio metro. Si no hubiese estado el humedal, hubiese sido mucho más peligroso. Aún así siguió el proceso de urbanización por los bordes, siguieron las canalizaciones y, además, antes del terremoto estaba circulando un proyecto de la Plataforma Logística que pretendía rellenar casi la totalidad del humedal”.
Respecto a ese proyecto, también conocido como Nodo Logístico Talcahuano, Soto advierte que “la Plataforma Logística pretende rellenar casi el 82% del humedal, generalmente para almacenar containers. Sería ultra peligroso en el caso de un tsunami, por la velocidad y fuerza de la ola, sumado a los containers que pasan a ser proyectiles hacia la ciudad. Más que la destrucción de la ola misma, es la destrucción de lo que arrastra la ola lo que causa el daño en las viviendas y poblaciones”.
Otro recordado episodio fue la tromba marina que embistió a Talcahuano y Concepción en mayo del año pasado, recordando cuán expuesta se encuentra el área metropolitana de Concepción a eventos costeros extremos.
La encargada de Medio Ambiente de la Junta de Vecinos de Hualpén lo recuerda muy bien. “La tromba marina el año pasado en Talcahuano entró y justo cruzó antes de llegar al humedal Vasco de Gama, entonces, todos decían que la tromba marina se desvió porque ‘le tenía miedo a la señora Luisa’”, ríe.
El lento camino hacia la restauración
Los humedales son reservas de vida cada vez más escasas en la zona central del país. El área metropolitana de Concepción no se ha librado de este problema, ya que ha experimentado una notable pérdida de humedales en las últimas décadas. Para tener una idea, desde la década de 1970, ha perdido más del 23% de su área total de humedales, lo que ha seguido en pie a través de instrumentos vigentes como el Plan Metropolitano Urbano de Concepción, que fue aprobado en 2003.
En el caso de Rocuant-Andalién, las áreas urbanizadas aumentaron progresivamente de 575 hectáreas en 2004 a 725 hectáreas en 2014, disminuyendo la superficie de este ecosistema en un 10%. Aún así, algunas proyecciones apuntan que podría disminuir aún más, hasta en un 32% si no se frena de algún modo.
Los vecinos y organizaciones locales han participado en los procesos de consultas ciudadanas de los planes reguladores como el Metropolitano. Además, también han denunciado la desecación o relleno ilegal que han diezmado a Rocuant-Andalién y humedales aledaños. La Representante de la Red de Humedales Bío Bío relata que “hemos hecho todos los trámites burocráticos para tener registros y antecedentes, denuncias en la Dirección General de Aguas por desvíos de cauces del agua, en la Superintendencia del Medio Ambiente, y en Servicio de Salud por relleno con desechos”.
Precisamente, otro de los impactos significativos que ha aquejado a esta red local de humedales es la contaminación, no solo por el depósito recurrente de basura y escombros, sino también por aguas residuales.
Por ejemplo, estudios realizados por Rojas han dejado en evidencia las altas concentraciones de bacterias coliformes en Rocuant-Andalién, varias de las cuales son fecales, ya que recibe fugas de los colectores de aguas servidas por la falta de mantenimiento de los ductos. De esa manera, no solo han constatado el nivel de contaminación existente, sino también el deterioro microbiológico del elemento hídrico.
La investigadora del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC puntualiza: “Se detectaron hartas fugas de colectores de aguas servidas, por tanto, tienen aguas contaminadas con coliformes fecales. Este espacio tiene un montón de potencial para ser transformado en una infraestructura verde para la ciudad, sabiendo que te da varios servicios ecosistémicos, queda abandonado, hasta que llega el proyecto GEF, que sería el primero que toma un humedal como ejemplo para poder conservar y restaurar”.
Por ello, algunos depositan sus esperanzas en hitos recientes como la Ley de Humedales Urbanos y el proyecto GEF Humedales. “Esperamos que con la implementación del Proyecto mejore la calidad ecológica del Humedal, aumente el conocimiento que tenga la sociedad respecto a la importancia de este hábitat y aportar en el fortalecimiento de marcos normativos y regulatorios para su conservación”, señala el Seremi de Biobío.
Además, Delannys se refiere a la demanda ciudadana de crear un Santuario de la Naturaleza en la zona: “La Seremi del Medio Ambiente ha venido trabajando en toda la región respecto de la ejecución del Plan Nacional de Humedales 2018-2022, donde se priorizaron 7 de estos en el Biobío, y en la que buscamos protegerlos en base a alguna de las figuras de protección, y nosotros hemos estimado el Santuario de la Naturaleza para conservarlos. En el caso del Sistema Humedal Rocuant-Andalién-Vasco da Gama-Paicaví-Tucapel Bajo, la gestión comenzará durante este año, y hemos querido sumar al GEF de Humedales Costeros con el objetivo de profundizar los estudios, con los cuales tomaremos decisiones basados en la participación ciudadana, es decir, que nos permita acciones futuras acordadas con la comunidad”.
Mientras tanto, las organizaciones y comunidades locales continúan alertas para resguardar estos lugares, como la señora Luisa, quien sigue firme en su labor de monitoreo del humedal Vasco de Gama en bicicleta, apenas siente el ruido de un camión.
Soto, en tanto, remarca que “una de las cosas más importantes es la educación ambiental, porque entendemos que a través de ella se puede generar una conexión con estos ecosistemas, entendiendo que son fuente de vida no solo para los humanos, sino que para todas las formas de vidas, plantas, crustáceos, aves, microorganismos. Los humedales son esenciales para la vida”.
Y aunque aún no se define un plan concreto para restaurar a Rocuant-Andalién, la geógrafa de Cedeus apunta a ideas como la limpieza del agua por la alta concentración de bacterias coliformes, por ejemplo, con plantas filtradoras que permitan al humedal recobrar su capacidad de depuración. Rojas agrega que “si se detiene la urbanización y no hay más permiso de edificación, sería bueno empezar a trabajar los bordes del humedal, por ejemplo, restaurando con vegetación asociada al humedal, como plantas halófitas, para que la transición de lo construido hacia el humedal sea mucho más amigable con la naturaleza. Rocuant-Andalién por sí solo va a tener capacidad de recuperación a partir de la limpieza de agua e inclusión de plantas”.
“Concepción es una zona muy industrial y urbanizada, que tiene una serie de problemas ambientales como la contaminación del aire, del agua, además de ser una zona muy riesgosa, ya se demostró por el terremoto y tsunami del 2010. Este espacio tan importante le puede ayudar a reducir la contaminación, filtrar el agua, absorber inundaciones ya sea por precipitación que son más frecuentes o por un tsunami, mitigando daños de cualquier evento desastroso. Ojalá se vuelva en un gran parque natural de humedal del área metropolitana de Concepción y pueda seguir dando los beneficios. Concepción no puede darse el lujo de perder los pocos espacios naturales que le van quedando”, concluye.